El periodista Mobeen Azhar desvela una gran actividad sexual entre hombres en Pakistán, un país con un 97% de población musulmana y fuerte presencia de las tradiciones. “Una de las primeras cosas que hice cuando accedí a internet, hace unos 12 años, fue teclear gay en el buscador. Encontré un grupo y entré en contacto con una decena de personas en Karachi”, relata Danyaal (nombre ficticio), empresario de 50 años y, actualmente, importante promotor de la escena gay de ocio en la ciudad.
Según cuenta, las fiestas gays clandestinas son constantes. A través de los teléfonos inteligentes, y mediante un sistema de invitación privada, se organizan eventos de ocio para hombres homosexuales. “Si quieres sexo, esto es el paraíso gay. Pero si quieres una relación, eso es más complicado”, afirma Danyaal.
La sociedad pakistaní es todavía fuertemente patriarcal y la obligación de matrimonio está muy arraigada. Esto lleva a cientos de hombres gays a llevar una doble vida, explica el investigador social Qasim Iqbal. “Los gays no hacen grandes esfuerzos por mantener relaciones estables porque saben que, más tarde o más temprano, tendrán que casarse con una mujer”, afirma. “Después de casados tratarán bien a su esposa, pero continuarán manteniendo relaciones sexuales con otros hombres”.
La mayoría de la sociedad pakistaní considera la homosexualidad un pecado. Sin embargo, hay personas que mantienen una actitud abierta. Este es el caso de Sumera, una de las esposas de Ahmed, que trabaja en un centro de masajes para hombres que ofrecen “extras”. “Sé que tiene relaciones sexuales. No pasa nada. Si no trabajase, ¿cómo iban a comer nuestros hijos? Me enfada cuando la gente le insulta. La gente es muy cerrada”, afirma esta mujer, cubierta con burka.
Según cuenta, las fiestas gays clandestinas son constantes. A través de los teléfonos inteligentes, y mediante un sistema de invitación privada, se organizan eventos de ocio para hombres homosexuales. “Si quieres sexo, esto es el paraíso gay. Pero si quieres una relación, eso es más complicado”, afirma Danyaal.
La sociedad pakistaní es todavía fuertemente patriarcal y la obligación de matrimonio está muy arraigada. Esto lleva a cientos de hombres gays a llevar una doble vida, explica el investigador social Qasim Iqbal. “Los gays no hacen grandes esfuerzos por mantener relaciones estables porque saben que, más tarde o más temprano, tendrán que casarse con una mujer”, afirma. “Después de casados tratarán bien a su esposa, pero continuarán manteniendo relaciones sexuales con otros hombres”.
La mayoría de la sociedad pakistaní considera la homosexualidad un pecado. Sin embargo, hay personas que mantienen una actitud abierta. Este es el caso de Sumera, una de las esposas de Ahmed, que trabaja en un centro de masajes para hombres que ofrecen “extras”. “Sé que tiene relaciones sexuales. No pasa nada. Si no trabajase, ¿cómo iban a comer nuestros hijos? Me enfada cuando la gente le insulta. La gente es muy cerrada”, afirma esta mujer, cubierta con burka.
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